El pasado 7 de mayo de 2023 a las 9:00 nos citamos en el parking de las piscinas municipales de Épila para caminar por los diferentes ambientes que ofrece este municipio y su entorno en compañía de familia y amigos, el objetivo de la excursión, no fue otro que el disfrutar y aprender de la naturaleza a través de otra mirada de la que lo hacemos, la observación de aves.
Comenzando con una
breve explicación de cuál es la diferencia entre golondrina común, avión común
y vencejo, emprendemos el camino disfrutando de varios ejemplares, estas
especies, nos visitan desde la primavera hasta final de verano y son fundamentales
como control de mosquitos y otros insectos.
Continuamos la
marcha en dirección “La Azucarera”, pasando por el puente del río dónde
observamos lavanderas blancas y escuchamos el melodioso canto del ruiseñor.
Parando a disfrutar del lugar y lo que nos ofrece, aprovechamos para, guía de
aves en mano (nuestra fiel compañera para este tipo de actividades), dar unas
explicaciones ya que durante el camino nos han sobrevolado dos abejereos
europeos, rapaz de mediano tamaño que se encuentra en paso migratorio.
Dirección hacia la “Casa
Mareca” podemos observar varios ambientes en los que encontramos un mosaico de campos
de cultivo, así como antiguas (y otras no tanto) infraestructuras agrícolas
(parideras, casetas, etc.) en las cuales podemos encontrar bajo su protección
especies como el mochuelo lechuza y la chova piquirroja, especies que no se
dejan ver durante la jornada, en contraste, volvemos a toparnos con la zona de
ribera, la cual nos ofrece diferentes especies a observar.
Rapaces como el
milano negro y el águila calzada nos acompañan durante toda la mañana y
haciéndose de rogar el mochuelo europeo, especie que nos deja con las ganas de
verle, el cual siempre nos vigila desde lo alto de montones de piedras y
tejados de parideras.
Ilustración
1 Mochuelo europeo (Athene noctua). Marta Medrano
Una parada en una
balsa de agua ahora vacía, nos regala la plácida observación de varias garzas
reales que, al advertir nuestra presencia, levantan el vuelo majestuosamente
para hacernos disfrutar de su inconfundible figura para luego volver a posarse
y dejarse fotografiar a placer.
Finalizamos la ruta
ya de vuelta al pueblo por frutales dónde encontramos en lo que fue un charco,
huellas de zorro y otras especies que no logramos diferenciar, mientras el
inconfundible canto de la oropéndola pone banda sonora, mientras nos vamos
despidiendo de esta ruta en la que los campos de cereal verdes bajo el sol nos
invitan a hacer unas divertidas fotos de grupo mientras continuamos caminando y
charlando para poco a poco, ir regresando al punto de partida.
Sin duda una mañana
en la que nos ha acompañado el buen tiempo y la excelente compañía que
esperamos repetir próximamente.
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